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viernes, 24 de enero de 2020

¿Y la dieta pa’ cuándo?



No hay amor más sincero que el amor por la comida.
Anónimo
Hace unos días la vieja Inés, que no fuma tabaco ni toma café, por prescripción facultativa, dijo, en la feria del barrio, que para bajar de peso lo mejor es comer cinco manzanas al día y escuchar tres pitazos del tren habanero en ayunas.
Como Sebastián quería llevar un estilo de vida saludable, acogió la receta, pero la abandonó rápidamente, por lo excesivamente caro de la fruta con la que Eva provocó a Adán.
Siguiendo el precepto, todo lo que sube, baja, miraba, una y otra vez, en el espejo de la sala, su abultada barriga, quería recuperar la figura corporal de los buenos tiempos cuando las chicas le piropeaban al pasar.
Su empeño era adelgazar y sentirse bien, por eso se acogió a la fórmula del rezo, muy sencilla y sin costo  adicional en divisas.
Antes del desayuno, almuerzo y comida, solo debía decir con los dedos de la mano derecha cruzados; Santa virgen de Artiga, que la comida no me engorde la barriga.
Al percatarse de que aquella bobería tampoco funcionaba, le dio agua al asunto.
Fue entonces que apareció su viejo amigo Pepín, quien luego de una conversación extensa alrededor del asunto, le sugirió:
-Para desaparecer la barriga pronto, lo más aconsejable es la dieta del limón.
En breve desistió, ante la escasez del referido cítrico.
Al conversar con su barbero Hipólito, apareció una nueva propuesta:
-¡Muchacho!, para adelgazar lo mejor es hacer la dieta  del vino tinto y el jamón, te aseguro que es un cañón, no falla -aseguró el fígaro, mientras deslizaba la afilada navaja sobre la barba de pocos días, pero tampoco le hizo swing, por lo encarecido de los productos.
Durante todo ese tiempo, no faltó el criterio alentador de su amiga Catalina, la que perdió el guayo en la cola de las yucas, quien a manera de broma le dijo:
- Mira, Sebastián, no cojas lucha con tu panza, es solo tratar de entender el asunto químicamente, si el 60 por ciento del cuerpo humano está compuesto por agua… entonces no estás gordo, estás anegado, ¿comprendes? -y prosiguió con el sermón:
-Apuntan los especialistas que el agua adelgaza, porque reduce la cantidad de grasa almacenada en el cuerpo, cuanta más agua tomes, mejor será para tu cuerpo.
-¡Pues a beber agua! -expresó el interesado.
Al otro día, amaneció con tanta hambre, que no paró hasta el restaurante especializado en comidas italianas: tres pizzas, dos gripellas y un espagueti de jamón y queso, fue el pedido a la carta.
Llegó a la casa harto de placer, estaba cansado de recetas y criterios fracasados para bajar de peso, se acercó al espejo, levantó el sobredimensionado pulóver que disimulaba su voluminoso abdomen y poéticamente declamó:
-Te quedarás así, barriga mía, te quedarás hasta el final de mis días…
Abrió el bolso de naylon que le acompañaba, sacó una superhamburguesa y persignándose exclamó:
-¡Al que Dios se lo dio…

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