Una mirada que te acerca al mundo de los escritores y artistas de la provincia de Granma, Cuba.

lunes, 28 de mayo de 2018

La culpa no es de la vaca




                                                                            Hay quienes  se sienten bien cuando edifican muros,     
                                                           sintiéranse mejores si ofrendaran  su tiempo a construir puentes.
                                                                                                                                                  Anónimo

Hace pocos días, mientras leía el libro La culpa es de la vaca, sugerente  motivo para  reflexionar sobre los valores que rigen la vida diaria, recordé a mi amigo Daniel Diez, profesor y realizador audiovisual, con su mochila a cuesta , repleta de  ideas, moralejas, cigarros Populares, el pomito de café  y una filosofía, capaz de dejar con la boca abierta hasta al mismísimo Aristóteles.
Por supuesto, tan prestigioso intelectual, nada tiene que ver con el referido mamífero rumiante, bóvido, hembra, cuyo bistec se pronuncia muy bajo en los hogares cubanos, por si acaso.
Su concepción, no me refiero al bistec, sino a Daniel,  de hacer más  a favor de  nuestro entorno nacional, va más allá  de los valores patrimoniales que rigen nuestra cotidianidad, detalles que pudieran ser mejores si no  existieran determinadas personas asociadas a la Comisión Nacional de Obstáculos, (CNO).
Tales especímenes andan desesperados por campos y ciudades, para entorpecer cuanta iniciativa exista, porque su mayor satisfacción es fastidiar y frenarlo todo a su paso.
Los miembros de la CNO, apenas  se conocen, no se ven nunca, evaden el pago a la Onat,  no participan en  congresos ni seminarios, se comunican por Internet para alcanzar, entre los seguidores, un preponderante estatus de reconocimiento internacional.
Tales impositores de obstáculos,  jamás aparecen en el Registro de propiedades, ni  en la Oficina Nacional de Estadísticas e Información,  tampoco se encuentran adscritos al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), no forman parte de los Innovadores y Racionalizadotes, asociados a la ANIR, pero existen.
Este modelo de desarrollo antilocal, cuya paternidad corresponde a la corriente neoliberal de pensamiento, juega un papel “importante” en el freno  de la política económica y social del país, formando así una especie de cooperativa no agropecuaria, sin ánimo de lucro, como se dice ahora.
Durante su  formación académico-callejera, los disociadores de la CNO, gestan  una especie de  contra estrategia nacional de desarrollo, empleando  diversas tácticas destinadas  a consumar sus maléficos  propósitos.  
Desde el punto de vista sociológico, de  la vox populi, estos transgresores sociales armonizan  adecuadamente entre ellos y con el tipo de personalidad que desean representar en su puesta de teatro callejero.
Así aparecen los llamados “mancos”, con su mutilación de ideas, esos que jamás encuentran la solución del  problema, porque “no está en sus manos”, singular manera de pasar el caso a otra persona o lugar.
La referida  tendencia está muy ligada a los denominados “sentimentales”, verdaderos simuladores que profesan el afecto extremo con la misma respuesta:
-Lo siento mucho pero…- esta forma de actuar incluye a los conformistas que con cara de buena gente te hacen ir una y otra vez al mismo lugar para recibir idéntica respuesta:
-Compañero, la computadora está fuera del sistema, venga la próxima semana.
Y usted, obediente al fin, regresa al cabo del tiempo señalado, pero la computadora sigue fuera del sistema, mientras la operaria destina su tiempo a tareas muy  personales. 
También sobreviven  los “alimenticios”, con su frase célebre: -Me desayuno con lo que dices, muy ligados a los “desinformados”, que bajo el pretexto de: -Primera noticia o me entero ahora, se excusan ante las  responsabilidades inherentes  su cargo.
No menos impropios son los personajes  popularmente enjuiciados como Krim 218: ni se ven, ni se  oyen y hay que darles golpecitos para que entren en sintonía, parecidos a aquellos televisores rusos en blanco y negro, presentes en muchos hogares cubanos durante los años 70, del pasado siglo. 
En fin, tales  tendencias “contracorrientistas”, devienen, además, sugerente  motivo para reflexionar acerca de los valores que rigen las relaciones interpersonales.
Por eso recuerdo tanto a amigo Daniel, quien sostiene que  siempre habrá  una oportunidad y un  motivo para reflexionar al respecto y no lo dudo, Yankel, el marginado del barrio, se disculpó en colectivo, porque al fin entendió que la culpa no es de la vaca y que  para recibir ternura, es necesario abrir generosamente los brazos.










sábado, 26 de mayo de 2018

La historia que jamás contó abuelo Guzmán



                 
                                                                 No entres donde no puedas pasar fácilmente la cabeza.
                                                                                                                                              Anónimo

Guzmán Martínez era un viejo fortachón, guajiro guapo  de verdad, trabajador y aventurero, nacido  en Vega de Pestán, muy cerca de la ribera del río Cauto, -comenta orgulloso Manuel Pérez Calzada, surtidor de la materia prima, sin costo adicional, de la presente crónica.    
Desde hace muchísimos años, la economía fundamental  de esa región es la ganadería -dijo-, por tal razón Martínez devino ordeñador auténtico, casi desde nacimiento, oficio al que dedicó la mayor parte de su vida.
Vaquero al fin, desarrolló múltiples habilidades propias de la actividad: toreo y enlace de vacas, monta de caballo… sin embargo, el mayor respeto a él atribuido era la pegada de su mano izquierda, al que le soltaba el puño no hacía el cuento jamás.
Gozaba de  buen carácter, aunque odiaba que le contradijeran, ni en broma soportaba eso, porque ahí mismo se levantaba en cólera y formaba la bronca en un abrir y cerrar de ojos.
Recuerdo la última vez que visitó el círculo social de la zona, esa tarde lo dispuso todo en el orden personal, para llamar la atención a las divinas del barrio: camisa de cuadros almidonada, pantalón de mezclilla, el cinto de cuero repujado y hebilla metálica, botines mexicanos con sus plateadas espuelas y como perfume, un  toquecito de Merocat (loción de dudosa procedencia, muy vendida a inicios de los 90, por los merolicos de catres, de ahí su popular nombre). 
Llegó a la fiesta justamente cuando el nengón, baile tradicional de Cauto Cristo, interpretado por el popular “Jele la guagua”,  estaba a “punto de caramelo” y el animador anunciaba una botella de ron como premio a quien defendiera mejor la vieja hipótesis de quién llegó primero a este mundo: la gallina o el huevo.
El abuelo se fue por la primera variante, mientras un guajiro salido de no se sabe dónde, le llevó la contraria lanzándose a la batalla desde el trampolín de la guapería.
Lo desafiaba hasta más no poder. Guzmán, que en paz descanse, haciendo galas de su vigorosa pegada especuló:
-A este renacuajo lo tumbo yo del primer izquierdazo o renuncio al apellido de  Martínez.
La música detuvo sus  acordes, todos permanecieron atentos, silenciosos… el viejo se preparaba para engancharle el fulminante golpe al susodicho, apretó los puños y entabló el cuerpo a cuerpo, pero asombrosamente esta vez, él  resultó liquidado.
Un contundente golpe colocado en su boca, por donde no da el sol ni llega el cepillo dental, testificaba el hecho y de inmediato la inesperada noticia corrió de boca en boca por todo el caserío:
-¿Se enteraron?, Guzmán encontró la horma de su zapato, un tipo lo dejó fuera  de combate en el primer asalto.  
Pasaron los meses cuando un grupo de amigos reunidos cerca del camino que va de Cauto Cristo a Algodones, donde vivía, embobecían escuchándole  las épicas hazaña a Guzmán, en las que aparecía como vencedor de mil batallas.
En ese instante la vía, mientras  en el asiento delantero,  junto al chofer, viajaba el  hombre que lo venció. 
-¡Guzmán, miedoso…!- le grito a toda voz desde el vehículo.
La esposa, tras reconocer al protagonista, miró seriamente al venerable y  comentó:
-Viejo, ¿usted oyó lo que dijo ese señor?
Él, sabiendo de quien se trataba desvió  la intencionalidad de la ofensa:
-Claro que lo oí, parece que se confundió, me dijo Reinoso y yo soy Martínez -explicó, abriendo los ojos más grandes que una guira cimarrona.
-Sí, Guzmán… te dijo Reinoso, confirmó, apenada, para no torcerle el rumbo a la leyenda, dejando la yagua antes de que cayera la gotera.
Y absorbiendo el último buchito de café, se perdió en la cotidianidad del hogar.

viernes, 25 de mayo de 2018

Félix Carballo y la danza


Félix Inocencio Carballo Elizalde, promotor cultural, el fundador y director de Grandanza, agrupación que lleva casi dos décadas en el panorama artístico de la sur oriental provincia de Granma y de Cuba, cumple 35 años de vida artística.
Maritza Alcolea y Marianela Martínez, sus primeras profesoras, son testigo de su crecimiento en el arte danzario desde que inició sus pasos en la Casa de Cultura 20 de Octubre, de Bayamo, Ciudad Monumento Nacional.
La pasión por dibujar en los cuerpos los sentimientos y las ideas, historias literarias o sencillamente de la vida cotidiana, dejar mensajes en las mentes de otros, lo llevan como coreógrafo al Conjunto Integral de Montaña (Cam).
Evaluada como compañía de primer nivel desde 2015, Grandanza es invitada a importantes festivales internacionales realizados en la Mayor de las Antillas, como Ciudad en movimiento, de la Habana Vieja, organizado por la maestra Isabel Bustos, directora de Danza-Teatro Retazos.
Empero, Carballo Elizalde, quien prefiere  la técnica, el encuentro con bailarines, maestros del arte escénico, directores de agrupaciones, teóricos, además de toda la energía que se desprende en la escena ha bailado su mejor coreografía con Félix Carlos, de solo 10 años es candidato a bailarín, único varón de la Escuela Profesional de Arte Manuel Muñoz Cedeño, donde hay 10 niñas.