
Sin embargo, se trata de una definición formulada
por un colega de la prensa granmense, cuando apreció por vez primera la robustez
del avestruz, en el Centro de cría de esa ave en Pilón.
-¡Tremenda gallinona, compay!- exclamó- sin
imaginar que acuñaba a la vez, la fe de bautismo lexical de la exótica especie.
Se reconoce como la más grande que existe, no vuela a pesar de
tener alas, (menos mal), aunque corre velozmente, camina y puede
alcanzar de 130 a 180 kilogramos de peso.
Desde mi etapa estudiantil conocí que las evidencias
culturales más longevas del surgimiento de las carnes asadas se remontan a la
Grecia Antigua, y que La Ilíada de
Homero, refleja cómo los ganadores de las batallas celebraban banquetes con
carne de cerdo asadas al fuego.
Algo similar sucedió durante la Feria de fin de año
en Bayamo, cuando cientos de triunfadores de la gran cruzada 2019, testificaban
el epicentro cultural de mayor atracción popular, el asado en púa de un
avestruz, iniciativa del restaurante Luanda, enclavado en el Parque Granma de
la capital provincial, donde se consume habitualmente.
Resultó la novedad del año en las artes culinarias y si el cerdo se
consagró a muchos de los dioses griegos, desde Zeus, hasta Marte, por tratarse
de un animal al que se le atribuían poderes sobrenaturales, el
avestruz, sin esas pretensiones, rompió esquemas tradicionales de ofertas
gastronómicas.
En Bayamo se cubanizó entre las variantes de asados,
propuesta favorecida por quienes acudieron a la feria de fin de año, incluido al
colega de la prensa que recreando su mirada junto a la multitud de curiosos, recordó
la célebre frase.
-¡Tremenda gallinona, compay!
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