“En un país sin antecedentes en el nivel superior
de la Enseñanza Artística, la fundación del Instituto Superior de Arte (ISA),
en 1976, supuso un cambio en las maneras de concebir la formación
académica para estudiantes de artes plásticas, música, teatro y danza.
Por eso hoy resulta imposible escribir la historia
de la cultura en Cuba, sin referirnos al trabajo de esta institución, en cuyas
aulas han convivido muchos representantes de la vanguardia del arte cubano en
los últimos cuatro años.
Así lo sustento tras concluir el curso lectivo, en
el que diez jóvenes de la suroriental provincia de Granma, de los 275 estudiantes de todo el país, egresaron como
licenciados.
Javier Millet Rodríguez, en Dirección de orquesta,
Álvaro Torres Mendoza (Dramaturgia) y Olga Lidia Milán Verdecia, en Oboe, se
alzaron con el Título de Oro, máxima puntuación conferida por el referido
centro de altos estudios.
De igual forma, otorgó el título de licenciados a Ilietis Yanet Bastista Téllez, en Actuación, Roberto Carlos Silva
Díaz (Arte danzario) y Gisel María Blanco Avilés (Flauta).
Por su parte, la Filial camagüeyana del ISA, tras
concluir su proceso formativo, confirió igual título a: Yariel Leonard Castillo
Landa (Viola), Arisley Leyva González (Trompa) y Arianna Núñez Jordán (Danza
contemporánea), mientras su homóloga santiaguera lo hizo con Elizabeth María
Fonseca Guerra (Contrabajo).
Si bien estos jóvenes talentos sueñan con
implementar, en nuestro territorio, las tendencias más contemporáneas del arte
latinoamericano y mundial, no es menos cierto que sus empleadores tendrán el
reto, a veces olvidado, de felicitarles las condiciones indispensables para su
desarrollo.
De lograr la referida estrategia, funcionaría
entonces como herramienta inevitable para frenar el tradicional éxodo artístico
hacia otras provincias del país, que, implementando disímiles iniciativas
facilitan mejores condiciones para el trabajo cultural.
Sustento el criterio de que la creciente necesidad
de implementar estas mejoras, constituye elemento sustancial a tener en
cuenta como procedimiento de atención profesional a estos jóvenes creadores.
Si realmente aspiramos al nacimiento de una
Orquesta Sinfónica, una compañía danzaria o determinados proyectos culturales,
aspectos muy debatidos en el sector durante los últimos años, es necesario
aunar voluntades y deseos para defender, en ese aspecto, los anhelos más
supremos de los granmenses.
Soñar junto a los jóvenes más allá de la concebida carencia de
recursos materiales y financieros es cuestión de principios, porque los
espacios de creación, las actuales líneas de pensamientos en sus
diferentes procesos, llevan implícitos una mejor concepción humanista de
la cultura y el arte.
Frente a los desafíos actuales, se impone
entonces la voluntad, elcompromiso y la obligación de hacer más por
nuestros propósitos culturales.