Una mirada que te acerca al mundo de los escritores y artistas de la provincia de Granma, Cuba.

viernes, 29 de diciembre de 2017

Año nuevo, vida nueva



La llegada de un nuevo año presupone la despedida del viejo, y no me refiero al adiós paternal, sino al otro, al que lleva sobre sus espaldas el vencimiento de los 365 días que le acompañaron en las buenas y en las que no lo son.

Durante muchísimos años, creyentes, ateos y supersticiosos son los encargados de preservar diversos rituales  para atraer  la buena suerte y la prosperidad, con la esperanza de que todo se resuelva en breve.

Los favorecidos económicamente encienden velas de colores para que se vaya lo malo y venga lo bueno, algunos vierten sobre el piso un poco de ron para venerar a los dioses, pidiendo bienestar y desenvolvimiento, sin tener en cuenta que también en el más allá consumen ciertos antibióticos.

Otros sacan  de la casa todo lo que estorba y regalan o venden a bajo precio lo obsoleto. ¡Cuidado!,  recuerde que las suegras no se incluyen en el paquete de fin de año. 

Si deseas atraer la abundancia en  el hogar, invita a tus amigos regularmente para almorzar juntos, verás cómo aparecen invitados y se te llena la casa en menos de lo que canta un gallo.

También puedes  incitar a tu pareja para tener varios hijos, singular manera de adquirir, multiplicadamente, los productos que llegan mediante la canasta básica familiar o la libreta de la comida, como decimos popularmente.

Cuentan  los  más viejos que, si colocas un pequeño espejo junto a los billetes…¿?, dejándolo allí hasta el siguiente amanecer, reproducirás, aceleradamente, la economía personal.

¡Mentira!, se lo aseguro, el fin de año pasado practiqué esta ceremonia y amanecí más “pela’o” que un cuesco de anoncillo en pleno carnaval.

Por el contrario, si quieres la llegada rápida del dinero, el amor y la salud, jamás pidas el deseo en el tren Bayamo-Manzanillo, pues corres el riesgo de que no circule ese día o llegues fuera de hora.

Para  esa noche llena de encantos, te sugiero una fórmula sencilla y maravillosa: escribe en un papel lo que más ansíes: internet y wifi en la casa, mejor salario, un auto de primera mano…no te confirmo su efectividad, pero  pasarás un momento estelar ejercitando la imaginación y la creatividad, y de paso, le propiciarás un golpe rotundo al Alzheimer.

En fin, creyentes, ateos y supersticiosos… hagan lo que mejor les parezca o venga en ganas, porque el año nuevo está por comenzar y no existe fuerza sobrenatural que lo detenga.

Soy de los convencidos que  llegará enhorabuena para todos, junto al macho asado, la yuca y el congrí, por eso, desde esta columna te deseo la mejor de las suertes y reitero la confianza plena en el cumplimiento del nuevo compromiso y el placer de reencontrarnos  el último sábado de cada mes, en este espacio de crónicas costumbristas.   

¡Felicidades!

MOA, más allá del azul del mar



El calendario marcaba el 22 de septiembre de 1949 cuando en un barrio rural  llamado Ceibabo, a ocho kilómetros de Niquero, nacía Manuel Mauricio Olivera Álvarez, quien poco tiempo después, buscando una firma artística se autobautizó para siempre como MOA.
Motivado por las formas y los colores estudió en la Escuela profesional de artes plásticas José Joaquín Tejada, de Santiago de Cuba, y luego en el Instituto Superior Pedagógico Blas Roca Calderío, de Manzanillo, de donde egresó en 1992 como Licenciado en Educación Plástica.
Fundador del Comité municipal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la Ciudad del Golfo, y su actual presidente, festeja por estos días el recibimiento de la distinción Aniversario XXX de la Uneac:
“Recibir esta gentileza del Comité provincial de nuestra organización es un estímulo que mucho agradezco, jamás pensé que 30 años después de la fecha fundacional de la Uneac en Granma, recibiría, junto a otras personalidades de las artes, la placa que eterniza a la intelectualidad granmense”.  
-La entrega de la distinción coincide con la celebración de tus 45 años de vida artística…
-Sí, una feliz coincidencia que estoy festejando con mi expo personal número 19, denominada Cruces, símbolo que  define el bien y lo malo, yo lo tomo por el lado positivo, aunque es lamentable que en muchos países del mundo otras personas lo hagan contrariamente.
-Este año también recibes una sede de la Uneac renovada recientemente, ¿acaso otro homenaje?
-Pienso que sí, pero esta vez dedicado a toda nuestra membresía, un acontecimiento que jamás imaginé sucediera en tan corto tiempo, con el  apoyo de las máximas autoridades gubernamentales.
“Tenemos una institución prácticamente nueva, con equipo de audio propio, luminarias Led, un escenario techado, para proteger  las presentaciones del talento artístico, todo pintado con intencionalidad y buen gusto”.  
-¿Colores preferidos?
-El azul, porque es el color del mar que  tanto disfruto, de la distancia que me llena la memoria de mis ratos felices en mi pueblo, por sugerir grandeza, tranquilidad, profundidad… y por ser una especie de sedante, desde el punto de vista psicológico.
-¿Es por eso que tus obras llevan en su interior estos fundamentos?
-No hay casualidad, el mar es azul y me sugiere siempre nuevas ideas: Solo el mar es el mar, Litoral, Monólogo del pez ante el espejo, Escamas…son títulos de mis temas, trabajados casi siempre en acrílico sobre lienzo.
Este inquieto pintor abstraccionista, de espesa barba y mirada asiática, naturalizado en Manzanillo, disfruta el legendario Pinilla, sus sandalias sin medias, el último cuento entre amigos, la amistad medida, pero sincera, los premios recibidos en diferentes eventos y el sentido de los proverbios.
Por eso, equilibrando el respeto de su tendencia de estilo, con el buen sentido del humor que profesa, le digo: ‘Compadre, lo malo de la pintura abstracta es que hay que molestarse en leer el título de los cuadros’.








jueves, 28 de diciembre de 2017

Tocando la luz





 Los ciegos y débiles visuales de Manzanillo, en  Granma cuentan con una nueva oportunidad de esparcimiento e inserción social con la apertura del cine club Tocando la luz.
La propuesta, liderada por el  proyecto 23 del Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficas, de La Habana, la Asociación de Ciegos de Cuba  y el Centro provincial de cine, llevó a la pantalla del José Martí el filme Ya no es antes, del  realizador Lester Hamlet.
La iniciativa propone mediante los sonidos, la audiodescripción y narraciones el acercamiento de ese sensible sector social a los más relevantes materiales cinematográficos cubanos y extranjeros de habla hispana, que cuenta con 92 producciones del séptimo arte clásico nacional y las más contemporáneas.
El cine club Tocando la Luz, que integra a la comunidad de ciegos y débiles visuales, funcionará una vez al mes en la Ciudad del Golfo de Guacanayabo, para después de disfrutar de un filme intercambiar criteros, puntos de vista y acercarse a comentarios de reconocidos especialistas.
Manzanillo es el tercer territorio que se incorpora a la iniciativa, luego de  Bayamo y Jiguaní.