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viernes, 29 de diciembre de 2017

MOA, más allá del azul del mar



El calendario marcaba el 22 de septiembre de 1949 cuando en un barrio rural  llamado Ceibabo, a ocho kilómetros de Niquero, nacía Manuel Mauricio Olivera Álvarez, quien poco tiempo después, buscando una firma artística se autobautizó para siempre como MOA.
Motivado por las formas y los colores estudió en la Escuela profesional de artes plásticas José Joaquín Tejada, de Santiago de Cuba, y luego en el Instituto Superior Pedagógico Blas Roca Calderío, de Manzanillo, de donde egresó en 1992 como Licenciado en Educación Plástica.
Fundador del Comité municipal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la Ciudad del Golfo, y su actual presidente, festeja por estos días el recibimiento de la distinción Aniversario XXX de la Uneac:
“Recibir esta gentileza del Comité provincial de nuestra organización es un estímulo que mucho agradezco, jamás pensé que 30 años después de la fecha fundacional de la Uneac en Granma, recibiría, junto a otras personalidades de las artes, la placa que eterniza a la intelectualidad granmense”.  
-La entrega de la distinción coincide con la celebración de tus 45 años de vida artística…
-Sí, una feliz coincidencia que estoy festejando con mi expo personal número 19, denominada Cruces, símbolo que  define el bien y lo malo, yo lo tomo por el lado positivo, aunque es lamentable que en muchos países del mundo otras personas lo hagan contrariamente.
-Este año también recibes una sede de la Uneac renovada recientemente, ¿acaso otro homenaje?
-Pienso que sí, pero esta vez dedicado a toda nuestra membresía, un acontecimiento que jamás imaginé sucediera en tan corto tiempo, con el  apoyo de las máximas autoridades gubernamentales.
“Tenemos una institución prácticamente nueva, con equipo de audio propio, luminarias Led, un escenario techado, para proteger  las presentaciones del talento artístico, todo pintado con intencionalidad y buen gusto”.  
-¿Colores preferidos?
-El azul, porque es el color del mar que  tanto disfruto, de la distancia que me llena la memoria de mis ratos felices en mi pueblo, por sugerir grandeza, tranquilidad, profundidad… y por ser una especie de sedante, desde el punto de vista psicológico.
-¿Es por eso que tus obras llevan en su interior estos fundamentos?
-No hay casualidad, el mar es azul y me sugiere siempre nuevas ideas: Solo el mar es el mar, Litoral, Monólogo del pez ante el espejo, Escamas…son títulos de mis temas, trabajados casi siempre en acrílico sobre lienzo.
Este inquieto pintor abstraccionista, de espesa barba y mirada asiática, naturalizado en Manzanillo, disfruta el legendario Pinilla, sus sandalias sin medias, el último cuento entre amigos, la amistad medida, pero sincera, los premios recibidos en diferentes eventos y el sentido de los proverbios.
Por eso, equilibrando el respeto de su tendencia de estilo, con el buen sentido del humor que profesa, le digo: ‘Compadre, lo malo de la pintura abstracta es que hay que molestarse en leer el título de los cuadros’.








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