De regreso al terruño y con la alegría
reflejada en sus labios, ofrece el testimonio que multiplica su pequeña estatura.
“Fue un momento muy emotivo -comenta
mientras ordena algunos papeles- todo un privilegio, la única elegida de la
zona oriental. Aunque nací en el centro de La Habana, vivo con inmenso placer en Bayamo, una
ciudad que me abrió sus puertas cuando apenas tenía cuatro años de edad.
“El premio encierra un doble honor, el recibirlo en el acto
nacional rodeado de otros valiosos compañeros y el reconocimiento popular de la
gente que diariamente lo comparte conmigo.
“Me enorgullezco cuando camino por las
calles y alguien me dice: Tú lo mereces, Anita. Realmente lo
agradezco, pero no trabajo para merecer, sino porque me gusta lo
que hago, porque vengo de una familia que me educó bajo ese concepto.
“Fui alumna del historiador bayamés
Luis Orlando Lacalle, quien me enseñó lo que sé de esta ciudad, de su
protagonismo en la lucha insurreccional, de sus costumbres y tradiciones”.
Esta mujer, de ojos vivos, comunicadora
natural por excelencia, siente placer cotidiano frente a la labor que desempeña:
“Llevo 49 años trabajando en la conservación
patrimonial, con el orgullo de haber acompañado al Comandante Fidel en el año
1986, durante las tres horas y 15 minutos que duró su recorrido por la misma
institución, que este año avaló el estímulo recibido.
“De aquel histórico momento conservo
esta anécdota que no me canso de repetir: Fidel emocionado pidió a la profesora
de música invitada que interpretara un número relacionado con Bayamo, ella,
algo nerviosa, tomó entre sus manos el violín y dejó escuchar La Bayamesa, mientras el rostro
del Comandante subía rápidamente de tonalidad, hasta llegar casi al rojo
intenso. Aquello me impresionó, la primera canción romántica de la música
cubana había calado hondamente en el sentimiento del Líder.
“En agosto del pasado año contribuí en
el mantenimiento de la Casa
del Comandante Fidel, en La
Plata, acción que obtuvo mención nacional de conservación y
me satisface.
“Guardo con amor el Sello de trabajador
laureado de la Cultura,
también el conferido por Eusebio Leal, el Escudo de la ciudad de Bayamo y otros
reconocimientos otorgados por Marta Arjona y Armando Hart…”.
Por un instante detuvo la voz y ordenó
la memoria para luego lanzar nuevas
ideas:
“En el año 2002, el Presidente del gobierno
bayamés me encomendó la tarea de arreglar el reloj de la Catedral, que luego de
una reparación capital funcionó.
“La noticia trascendió las fronteras de
Granma, mediante un reportaje televisivo, y fue tan grande el impacto que
pronto las autoridades de Sancti Spíritus y Trinidad, con igual situación a la
nuestra, se interesaron en el arreglo de los suyos y colaboramos en tal empeño.
“No solo trabajo para la Casa del Padre de la Patria, lo hago con igual
amor en cualquier institución que me necesite, así lo testifican los pisos de la Casa de la trova y de la Uneac, varios sitios
históricos de Bayamo..., esa es la satisfacción que llevo
dentro.
“Ahora estoy atareada en la línea de
montajes en el Parque-museo Ñico López, sobre todo el relacionado con la Sala de los asaltantes,
porque el 26 de Julio cumple 35 años de inaugurada”.
Por un instante recuerda a los jóvenes
caídos en aquella gesta heroica y brota de su memoria la imagen del hombre que
atendió durante el memorable recorrido por la Casa natal de Céspedes:
“Mi compromiso es trabajar bien, para que las generaciones futuras también conozcan los sitios
patrimoniales que enaltecen nuestra historia. Esa es mi lucha, ese es mi aporte”.
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