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jueves, 22 de septiembre de 2016

Jorge Adrián Betancourt y la décima humorística





Anda con la guitarra a cuestas. Sus amigos  prefieren su compañía para mover las tardes y porque siempre les abre su casa. Gusta del café humeante y trae bajo la manga alguna canción memorable, aunque prefiere las décimas para expresar aquello que le conmueve.
Jorge Adrián Betancourt Quintana no escapa de su verso hecho con sagacidad y humor,  acierto que le valió este año el Premio iberoamericano de la décima humorística. Ya son dos con el Premio iberoamericano de la Décima Cucalambé en 2012, por su volumen Nosotros los cobardes, elaborado junto a Alexánder Aguilar. 
“Hacer humor es indispensable, nunca me voy a privar de utilizarlo, es algo que va aparejado al otro tipo de literatura que concibo. La décima como molde se ajusta a lo cómico, lo risible, desde Chanito Isidrón hasta lo que hacemos hoy, ahí tenemos a Alexander Besú, Alexánder Aguilar y voy a incluirme también. La décima siempre va a estar por encima del soneto, del ovillejo y del verso libre; a la hora de hacer humor, creo que lleva la voz cantante”, asegura.  
Algunos suelen considerar a esa composición como una cárcel por las especificidades de su métrica y rimas. Sin embargo, este poeta afirma que es diáfana como el agua,  sobre todo si el autor logra serlo.
“La décima llega aquí de España como forastera, y se aplatana, tanto, que se convierte en la estrofa nacional. El concurso más importante internacionalmente de esa modalidad se realiza en Cuba, que es el Cucalambé, y jamás la ha ganado un extranjero.

“Teóricos más avezados que yo han dicho que gran parte de la buena poesía que se está haciendo en Cuba ha sido mediante la décima. Es cierto que es verso con cárcel, pero como la definía Waldo González, una cárcel hecha de aire puro y resulta edificante limar esos barrotes no para fugarse, sino para que entre aire puro y más oxígeno del que ya tiene”.

En cada época la poesía de octosílabos ha tenido sus especificidades. Al indagar por los temas abordados en su obra explicó:
“Alguien habló un día de las luchas independentistas, otros del arado, de Elián González (etapa en que se realizaron tribunas abiertas), aquel momento era de fervor revolucionario, todo lo que se haga en torno a la décima responde inexorablemente a su tiempo.

“Yo trato de ser cronista de los tiempos que estamos viviendo, un poco apocalípticos, a veces hay desesperanza, desamor; el desastre ecológico, esa gama de cosas adversas que estamos viviendo, la pérdida de valores figuran en lo que digo en mis composiciones”.

Entonces, usted considera que el humor es cómo una pincelada refrescante en su creación, pero también un modo de reflexionar mientras se ríe.

“Siempre digo que el humor ha resuelto más que el protocolo. Me refiero al inteligente. Me encantan Virulo, Jorge Díaz, Nelson Gudín, Luis Silva, me gustan los que son capaces de hacerte pensar. Uno de los textos con los que gané este reciente premio está dedicado al absurdo”.

Sin embargo, en su quehacer destaca su dedicación a los infantes. El próximo año espera publicar Viajero y yo un volumen de décimas para los más pequeños inspirado en ese relevante texto de la literatura hispana Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez.

“Se trata de un perro que ha viajado por todo el mundo y le cuenta sus historias a un niño. Llevo por dentro un niño tremendo”.

Con ellos tiene una relación especial. Cuenta que la guitarra le ha ayudado en ese proceso. En la actualidad imparte un taller de repentismo Tras las huellas de Servando. Además, mantiene otros espacios literarios La tertulia del humor y Volver la página, todas vinculadas a la casa de cultura de Guisa, Olga Alonso.

En el diálogo confirma su esperanza en la continuidad de esa modalidad poética, sobre todo en su pueblo, tierra fértil para los epígonos.

“Los jóvenes sí están interesados en hacer décima, felizmente, porque nosotros un día vamos a pasar, quienes vengan detrás tienen esa misión de continuar. Aquí hay una cantera enorme de decimistas que están haciendo una obra sustanciosa, cada vez  sumo más a mi taller de repentismo”.

Muchos opinan que existe rivalidad entre poetas y repentistas. Para Jorge Betancourt no hay tal polémica.
 “Lo más importante es que los repentistas son decimistas y lo más rico es cuando un repentista en un tiempo tan breve logra  algo sublime. Todos conocemos a Pepito Péglez, Argelio Torres y a Manuel Reyes Alcolea. Debemos proyectarnos en hacer buena literatura, los repentistas pueden coexistir con nosotros, aunque nosotros tratamos de hacer un discurso diferente”.

Cuando los amantes de este tipo de estrofa se unen, es una gran fiesta de amigos, así se pudo constatar durante el Primer encuentro A la décima va la vencida, que se realizó hace pocos días en la provincia de Granma, organizado por la Asociación Hermanos Saíz.

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