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Anda
con la guitarra a cuestas. Sus amigos prefieren su compañía para mover
las tardes y porque siempre les abre su casa. Gusta del café humeante y trae
bajo la manga alguna canción memorable, aunque prefiere las décimas para
expresar aquello que le conmueve.
Jorge
Adrián Betancourt Quintana no escapa de su verso hecho con sagacidad y
humor, acierto que le valió este año el Premio iberoamericano de la
décima humorística. Ya son dos con el Premio iberoamericano de la Décima
Cucalambé en 2012, por su volumen Nosotros los
cobardes, elaborado junto a Alexánder Aguilar.
“Hacer
humor es indispensable, nunca me voy a privar de utilizarlo, es algo que va
aparejado al otro tipo de literatura que concibo. La décima como molde se
ajusta a lo cómico, lo risible, desde Chanito Isidrón hasta lo que hacemos hoy,
ahí tenemos a Alexander Besú, Alexánder Aguilar y voy a incluirme también. La
décima siempre va a estar por encima del soneto, del ovillejo y del verso
libre; a la hora de hacer humor, creo que lleva la voz cantante”, asegura.
Algunos
suelen considerar a esa composición como una cárcel por las especificidades de
su métrica y rimas. Sin embargo, este poeta afirma que es diáfana como el agua,
sobre todo si el autor logra serlo.
“La
décima llega aquí de España como forastera, y se aplatana, tanto, que se
convierte en la estrofa nacional. El concurso más importante internacionalmente
de esa modalidad se realiza en Cuba, que es el Cucalambé, y jamás la ha ganado
un extranjero.
“Teóricos
más avezados que yo han dicho que gran parte de la buena poesía que se está
haciendo en Cuba ha sido mediante la décima. Es cierto que es verso con cárcel,
pero como la definía Waldo González, una cárcel hecha de aire puro y resulta
edificante limar esos barrotes no para fugarse, sino para que entre aire puro y
más oxígeno del que ya tiene”.
En
cada época la poesía de octosílabos ha tenido sus especificidades. Al indagar
por los temas abordados en su obra explicó:
“Alguien
habló un día de las luchas independentistas, otros del arado, de Elián González
(etapa en que se realizaron tribunas abiertas), aquel momento era de fervor
revolucionario, todo lo que se haga en torno a la décima responde
inexorablemente a su tiempo.
“Yo
trato de ser cronista de los tiempos que estamos viviendo, un poco
apocalípticos, a veces hay desesperanza, desamor; el desastre ecológico, esa
gama de cosas adversas que estamos viviendo, la pérdida de valores figuran en
lo que digo en mis composiciones”.
Entonces,
usted considera que el humor es cómo una pincelada refrescante en su creación,
pero también un modo de reflexionar mientras se ríe.
“Siempre
digo que el humor ha resuelto más que el protocolo. Me refiero al inteligente. Me
encantan Virulo, Jorge Díaz, Nelson Gudín, Luis Silva, me gustan los que son
capaces de hacerte pensar. Uno de los textos con los que gané este reciente
premio está dedicado al absurdo”.
Sin
embargo, en su quehacer destaca su dedicación a los infantes. El próximo año
espera publicar Viajero y yo un volumen de décimas para los más pequeños
inspirado en ese relevante texto de la literatura hispana Platero y yo, de
Juan Ramón Jiménez.
“Se
trata de un perro que ha viajado por todo el mundo y le cuenta sus historias a
un niño. Llevo por dentro un niño tremendo”.
Con
ellos tiene una relación especial. Cuenta que la guitarra le ha ayudado en ese
proceso. En la actualidad imparte un taller de repentismo Tras las huellas de
Servando. Además, mantiene otros espacios literarios La tertulia del humor y
Volver la página, todas vinculadas a la casa de cultura de Guisa, Olga Alonso.
En
el diálogo confirma su esperanza en la continuidad de esa modalidad poética,
sobre todo en su pueblo, tierra fértil para los epígonos.
“Los
jóvenes sí están interesados en hacer décima, felizmente, porque nosotros un
día vamos a pasar, quienes vengan detrás tienen esa misión de continuar. Aquí
hay una cantera enorme de decimistas que están haciendo una obra sustanciosa,
cada vez sumo más a mi taller de repentismo”.
Muchos
opinan que existe rivalidad entre poetas y repentistas. Para Jorge Betancourt
no hay tal polémica.
“Lo
más importante es que los repentistas son decimistas y lo más rico es cuando un
repentista en un tiempo tan breve logra algo sublime. Todos conocemos a
Pepito Péglez, Argelio Torres y a Manuel Reyes Alcolea. Debemos proyectarnos en
hacer buena literatura, los repentistas pueden coexistir con nosotros, aunque
nosotros tratamos de hacer un discurso diferente”.
Cuando
los amantes de este tipo de estrofa se unen, es una gran fiesta de amigos, así
se pudo constatar durante el Primer encuentro A la décima va la vencida, que se
realizó hace pocos días en la provincia de Granma, organizado por la Asociación
Hermanos Saíz.
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