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miércoles, 21 de marzo de 2018

La Bella Otero en El arte erótico de José Julián



Hoy te propongo un trozo de El  arte erótico y los versos de José Julián (Martí), una conferencia dictada en el periódico La Demajagua, por el Dr.C. Juan Ramírez Martínez (1953), de la Filial de audiovisuales de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en la suroriental provincia de Granma.

Fuera de su patria, a la cual le daba la vida en cada instante de soledad, no cedía al ocio y así escribía no solo poesía lírica, sino cuentos y crónicas, y ejemplares críticas de arte. Se escapaba a cada exposición o hecho relevante para la cultura y le desvestía con la exactitud de sus criterios. Gracias a una de esas escapadas es que nos llega una obra tan hermosamente escrita como son los versos sencillos marcados con el número X en romanas; ese poema que a todos nos ha llegado con el título de La bailarina española y que muchos aseguran no era otra sino la afamada Carolina Otero, quien fuera conocida con el nombre de La Bella Otero.

La sensualidad y el placer de apreciar la belleza femenina y fantasear con ella nos llega con la descripción que hace José Julián de la afamada bailarina española. No deja su sentir patriótico a un lado pues de haber estado puesta la bandera española en la puerta del teatro, tal vez, no hubiésemos disfrutado nosotros de una descripción cargada de erotismo como es la del baile interpretado por esa mujer de belleza excepcional. 
 ¿Y cómo se produce la entrada? ¿Qué es lo primero que impresiona al narrador y de hecho nos hace cómplices de un acto que para otra persona hubiese sido muy difícil describir? Pues sencillamente, Soberbia y pálida llega: La palidez nos transporta a una piel anacarada y de delicadeza sin igual. Puede ser todo lo delicada que se desee imaginar, ¡pero es a la vez “soberbia”! Entra con una inclinación desmesurada de todo aquel que se cree superior al demás, colmada de magnificencia, altiva, fastuosa…. ¡Qué mujer! Solo falta decir que es un embrujo de mujer, pero Martí escoge la palabra exacta… “soberbia”. iCómo dicen que es gallega?   ¿¡A quién podría ocurrírsele decir semejante desvarío!? Pues dicen mal: es divina. Solo así es capaz de cerrar un concepto que desnuda a la diva ante nuestros ojos y la vemos… solo así: soberbia, pálida y divina… Y si usted la mira bien va a encontrar otras cualidades en ella que exaltan, que enardecen, que retan al sexo opuesto: Se ve, de paso, la ceja, / Ceja de mora traidora: / Y la mirada, de mora: / Y como nieve la oreja. Esa mujer es todo un cofre de enigmas que piden ser descubiertos y decirle los más bellos poemas al lado de su dulce y delicada oreja.
Va comenzar el baile y la intimidad se hace cómplice del deseo y la fantasía. Todo se dice en un verso, sí, Preludian, bajan la luz: ya estamos a oscuras y dentro de esa penumbra cautivos entra la bailarina con unos atuendos provocadores. Y sale en bata y mantón, / La virgen de la Asunción. Si, como todas las vírgenes del santoral; bella y sensual.
Toma un matiz erótico la danza cuando la bailarina clava sus ojos en el público que la admira y Alza, retando, la frente; / Crúzase al hombro la manta: y nos hace sentir como si fuese de seda o de alguna otra tela que describe la hermosura de la artista que En arco el brazo levanta: y casi percibimos la elegancia de una pierna atrevida que Mueve despacio el pie ardiente hasta hacernos partícipe de una caricia visual al pedestal de la mujer que se contorsiona en su baile atrevido. Es toda una fiesta a la vista esa mujer que va despertando el deseo del sexo opuesto con su agresividad. Ya la vemos, la deseamos; exalta al eros, a la sexualidad, Y va el convite creciendo / En las llamas de los ojos, sus ojos encendidos de pasión, de pasión que embruja al que la ve en ese estupor cuando de momento: Húrtase, se quiebra, gira: / Abre en dos la cachemira, / Ofrece la bata blanca. / El cuerpo cede y ondea; / La boca abierta provoca; / Es una rosa la boca: e imaginemos no solo el color rosa que puede haber en sus labios, sino la forma abierta de la rosa en la que los pétalos se ofrecen para ser deseados. Se abre la bata y sentimos las delicias del cuerpo en nuestros ojos, nuestra mente, nuestra fantasía, esa que solo ha podido ser despertada con un lenguaje tan preciso y cargado de erotismo: nos llega la sexualidad en todas sus dimensiones. Percibimos las curvas del cuerpo que se mueve lentamente con olas de espasmos y los labios semi-abiertos pidiendo… ¿qué?
El lirismo de estos versos falsamente sencillos nos transporta y nos hacen capaces de sentir la música y el taconeo sobre los tablados. Al final la bailarina se va agotada a un rincón… ha rendido toda una faena.


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