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jueves, 2 de febrero de 2017

José Alberto Tamayo Díaz, El Ruiseñor



Bayamo se torna apacible y aunque es invierno, la tarde llega calurosa, más cuando nos recibe, en el hogar campestre, José Alberto Tamayo Díaz, El Ruiseñor, una de las voces cubanas más cotizadas en los últimos años. La sonrisa amplia y un trago de café, alegran  la bienvenida retocada por su frase tradicional:

-Guajirooooo…echa pa’ acá. Y comenzó el guateque.

-Regresa de La Habana con el premio La voz masculina más popular de Palmas y cañas en el 2016. ¿Lo esperaba?

-Fue una sorpresa, llevaba dos años nominado, hasta que los televidentes dieron su aprobación discutida entre los artistas élites del programa.   

“Es la primera vez que este premio sale de La Habana, justamente el mismo día en que nuestro equipo de béisbol se coronó campeón, por eso también se lo dediqué a los Alazanes, que más allá del alegrón, nos levantaron la autoestima, el patriotismo y el sentido de pertenencia”.  

-¿Cómo valora su reconocimiento?

-Algo extraordinario, porque me lo otorgó el pueblo de Cuba, en el programa televisivo más longevo del país  y, además, reconozco la valía y calidad de los que allí se presentan.

-Dicen muchos televidentes que cuando usted sale a escena, “sube el voltaje” del programa.

-Debe ser por  mi forma de guarachar e interactuar con el público, disfruto cantando, pero me compromete a buscar siempre un tema nuevo y de impacto.  

-¿De qué forma entra al catálogo de Palmas y cañas?

-Para el XI Congreso del campesinado cubano, compuse el tema Guajiro; profundizo tanto en el corazón de la gente de campo, que se tornó obligatorio en mis presentaciones. Comenzaron a llegar cartas y correos electrónicos al programa, solicitándome, y yo los complacía, eso estimuló mi presencia y por esa vía entré al catálogo.

“Hoy comparto con otros artistas estelares que tienen una obra consagrada, como El Jilguerito, María del Carmen Prieto y otros, que el pasado año fueron nominados al premio”.

- Hoy hay mayor presencia de artistas granmenses en Palmas y cañas. ¿Influyó usted en ello?

-Yo no tengo la llave, pero sí el mecanismo para conversar, proponer y que consideren mis ofertas, por eso les abrí las puertas a Arturo Jorge y a su grupo, con excelente acogida.  

“Ahora está invitado Bororó y su Re Mayor, a quienes los esperan con los brazos abiertos, en tanto Manolito y su Tira y jala buscó la fórmula, se abrió paso y entró a la TV, de manera que  la representación granmense ha crecido notablemente”.

-¿Qué significó el 2016 para la vida artística de El Ruiseñor?

-Una etapa formidable, trabajé con Buena vista, Mi son entero, agrupación con la que representé a Cuba en giras internacionales y actué en Varadero.

-Es el compositor que más le ha cantado a los congresos.

-Llevo muy dentro el compromiso eterno con mi país, tengo a la patria tatuada en el alma, al igual que a Bayamo, mi patria inmensa.  

“Ese mismo amor lo comparto con las organizaciones políticas, gubernamentales, de masas y culturales que trabajan por el desarrollo de Granma, por eso  compuse el tema Setenta que no son diez, como presentación del Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, en  su aniversario 70 de creada.

“Luego grabé el del cónclave de la  Federación de Mujeres Cubanas y también el que presidió el XI Congreso del campesinado.

“Estoy convocado para nuevos certámenes y por ahí andan sus letras”.

-Proyecciones para el 2017.

-Existen muchísimas invitaciones para integrar agrupaciones radicadas en la capital del país y no he querido, me llena de satisfacción estar en Bayamo.

“Por el momento, continuar en el programa Palmas y  Cañas y grabar un disco con canciones relacionadas con el trabajador de la tierra, que vive en el campo.

“Tengo solicitudes de actuaciones por Europa, Venezuela y algunos pueblos de Centroamérica, mediante  un  proyecto que defiende mucho lo cubano, patrocinado por el Instituto Cubano de la Música”.

-Pretensiones.

-Actuar, junto a otros artistas de primerísimo lugar, en el surco con los hombres que hacen la zafra, porque esa tarea es de todos y el deseo de retomar una peña o cantar en algún lugar de la provincia donde pueda interactuar con mi público.

Se impone la despedida, afuera nos absorbe el apacible Bayamo y,  aunque es invierno, el calor de su pueblo calienta el alma de quienes sienten el compromiso de defender con su obra lo bello.


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