A propósito del Premio Al Mérito Literario de la poetisa bayamesa Lucía Muñoz Maceo, hoy te propongo este trabajo de la colega Zeide Balada Camps del periódico La Demajagua.
La niña de
siete años se acercaba todos los días al rosal extasiada por la belleza de la mariposa, a
ella se le antojaba la misma siempre; acompañaba a su madre en el ejercicio
cotidiano de atender las rosas, y desandaba el patio que se “extiende hasta el
atardecer”.
Un día no
encontró el batir de alas; en el suelo yacía quieta la colorida mariposa de
ayer. El suceso la estremeció y no pudo contener el nacimiento de su primer
poema.
Sin
imaginarlo, Lucía Esther Muñoz Maceo, comenzó desde entonces un pacto secreto
con la poesía. Ese sería su don, el camino que le serviría el resto de su vida
para contar sobre los más hondos sentimientos, a la belleza tangible e
invisible de nuestro mundo y llegar hasta otras fronteras.
Licenciada
en Letras, en la Universidad de Oriente,
La novia de Bayamo -como la bautizó un poeta amigo-, posee una rica
trayectoria, más de una veintena de obras publicadas y sus creaciones integran
varias antologías nacionales, en Estados Unidos, Argentina, España y México. Su
voz no se diluye, al contrario, mantiene la firmeza entre sus contemporáneos.
Cuando yo
era apenas una adolescente, en nuestra aula del preuniversitario devorábamos algunos
de sus libros, quién diría que nuestros caminos se cruzarían, que amablemente
me recibiría y develaría anécdotas, vivencias, lecciones imprescindibles de
quien, con deleite y paciencia, combina versos, agujas, hilos, las atenciones a
los suyos y la pasión por la literatura.
-Lucía,
cuénteme de sus preferencias creativas, la poesía ha sido una constante en su
vida…
-Al poeta tú
no lo puedes construir, tiene que nacer, no con un don especial, ni porque sea
una persona superior, pero sí
tiene que tener un nivel de sensibilidad, una manera de ver la vida en sus
partes hermosas, duras y terribles.
“El poeta
siempre ve la parte bella del fenómeno, por muy dolorosa que sea, al menos, así
ha sido en mí. Nunca me obligo a
escribir. Me he sentido más cómoda haciendo poesía.
“Cuando era
niña mi mamá me llevó a estudiar piano con Beba Quiñones. Le dije: mamá no
gastes más dinero, yo no sirvo para la música. Lo que he escrito ha sido con
honestidad, aquí no hay nada que yo no lo haya pasado por el corazón.
“La poesía
no es solamente el verso. Está en acciones, gestos, manifestaciones de afectos,
en la música, en una obra escultórica, en la naturaleza, en lo creado con amor
por el hombre. Poesía viene de poiesis, que quiere decir creación”.
-Usted es
tataranieta de Manuel Muñoz Cedeño, el importante músico bayamés que instrumentó
nuestro Himno Nacional. Su obra está llena de una sonoridad y plasticidad que se
relaciona con el lugar al que pertenece y del que nunca se ha apartado.
-Nací de una
familia humilde. Por la parte de mi papá casi todos venían de ser hijos de
músicos, por la de mamá, maestras y artesanas; ella bordaba y tejía, hacía
maravillas. Recuerdo el retrato ovalado de mi tatarabuelo, y su violón colgado
en la pared de mi abuela, y conocí a una tía de mi padre que tenía 12 años
cuando la quema de Bayamo. Teníamos su
narración, esas historias las recogí en el libro Los cuentos de mi
tía Altica.
“Crecí con
las tradiciones de Bayamo, la alegría de aquí y los árboles del patio. Todo eso
contribuyó a que quisiera lo mío, mi ciudad, mi casa, mi familia y a mi gente.
Eso no lo he encontrado en otros lugares e involuntariamente lo he llevado a la
creación”.
-Es
imposible que una escritora no se nutra del pasado, de quienes le han
antecedido, ¿cuáles son sus fuentes?
-He leído
mucho la obra de Martí, los clásicos españoles, Lorca, Machado, Quevedo… de
allí viene nuestra lengua madre, tenemos la norma cubana, la de Bayamo, pero el
origen es el español; no para escribir como ellos, pero existe el ritmo y eso
es la base de la poesía, puedes hacerla sin mucha metáfora y sin rima, pero sin
ritmo, no.
-Detrás
de los textos, en relación con la estética, el lector conocedor puede percibir
la obsesión del artista, ¿cuál es la de usted?
-Para mí es significativo
el sonido del agua, lo vas a encontrar en muchos de mis poemas, una vez
escribí, yo que nací a orillas del Bayamo, acaso no fue el rumor de aguas lo
primero que oí. Me agrada el sonido del agua, el porqué no lo sé. Está ahí.
- El universo femenino de Lucía, de la mujer bayamesa, cubana vive
dentro de su obra.
-La poesía
no es ni femenina ni masculina, es buena, mala o regular. Todo está en el
creador, sea hombre o mujer. Es difícil cuando empiezas seguir un camino
propio, llega con la madurez, el ejercicio, el estudio, la experiencia, con la
vida… Hay quien se pasa mucho tiempo y no logra encontrarse.
“Empecé
haciendo poesía rimada, hice poemas libres, coloquiales, hasta que encontré una
manera, que sin ser coloquial del todo, me permitiera utilizar imágenes y
metáforas.
“Algunos me criticaban,
yo seguí con mi mundo lírico. Uno tiene que ser fiel a algo. Desde ese tiempo
entendí que la poesía es síntesis y sencillez.
“Bayamo ha
tenido poetisas de gran valor, la primera en alcanzar renombre nacional es Úrsula
Céspedes de Escanaverino, a principios del XX María Luisa Milanés, pero hay otras
en el anonimato, esperan un estudio, una compilación, una valoración.
“Se quedaron
sumergidas en el mundo de lo doméstico, que es terrible y te aplasta si tú como
creadora no te impones. Pero toda mujer que se proponga un objetivo en la vida,
siempre y cuando tenga la disposición, el talento, la entereza y la entrega
puede materializarlo”.
-¿Existe
un puente de comunicación entre las primeras creadoras y las mujeres que
escriben en esta época?
-Uno no nace
por generación espontánea, uno viene de una tradición, pienso que algo le debo
a Úrsula Céspedes, a Luisa María Milanés, a Estela Marina Pérez Corría, como le
debo a Juventina, que es mi compañera de hoy, algo le debo a Migdalia, a Zoila,
a todas las que están tratando de mejorar a la gente, como algo me deben ellas
a mí, eso es un toma y daca, en el orden creativo espiritual, de la raíz, cada
una con su modo peculiar.
-¿Cómo
funciona un matrimonio de creadores?
-Yo priorizo
la comida y lo otro lo voy haciendo, en la medida de mis posibilidades, sin
obsesión por nada. Algunos matrimonios se disuelven, por suerte Luis Carlos y
yo siempre nos hemos apoyado, cuando él está en un proyecto yo me encargo de
todo, cuando soy yo, él lo hace. Nos criticamos muy duro, nos respetamos y
consideramos, llevamos 30 años de casados, fuimos antes nueve años amigos, y
nunca hemos dejado de serlo.
“Bromeamos
muchísimo. No tengo complejos, ha pasado tanto tiempo… por suerte supimos
elegir la pareja”.
-¿Cuáles
son los valores que están en los cimientos de su familia?
-En primer
lugar la honradez, el no robar nunca, no mentir, la fidelidad, la confianza y
la honestidad, lo que me enseñó mi papá. Vivir en armonía, en paz y
tranquilidad es lo más grande que uno puede tener. Soy recta y cariñosa a la
vez, pero cuando uno tiene que ceder, uno cede.
-Usted
fue la primera mujer que dirigió la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac)
en una provincia, lo hizo durante casi 20 años. ¿Qué tal la experiencia?
-Esa fue una
experiencia única y que no se va a repetir, por suerte. Recuerdo que cuando me
propusieron, un miembro dijo: ‘Es una mujer y tiene dos hijos y ella no va a
poder’.
“Yo dije, ante
todo soy madre de mis hijos, después soy revolucionaria, escritora, si ustedes
me quieren me tienen que aceptar con ellos, mis hijos delante y yo detrás.
“Ustedes no
saben si puedo o no, que yo sepa no tengo ningún impedimento. La mayoría me
eligió, primero cinco años, luego se convirtieron en 10, me fue gustando el
trabajo, había resultados y algunas personas querían que continuara, pero era
demasiado tiempo, cuando diriges artistas, te dedicas a los problemas de los
demás y necesitaba tiempo para mí”.
- Ahora recibe
el Premio al Mérito Literario José Joaquín Palma, que otorga la Uneac, junto a
la Embajada de Guatemala en Cuba.
-Es una
oportunidad que ha propiciado la Asociación de Escritores para reconocer la
obra que hasta este momento de la vida uno tiene. Pero el que piense que ha
obtenido este premio y se queda ahí no avanza.
“Es una
motivación para seguir creando y defender mis presupuestos estéticos. Demuestra
que no ha sido en vano el esfuerzo, el sacrificio de muchas personas; para
hacer mi obra conté con el apoyo de mi familia, hasta con la ayuda de vecinos”.
-¿Qué proyectos
están por venir?
-Tengo un
libro, pero lo dejo reposar, una noveleta para jóvenes y un libro para niños,
inédito, finalista de un concurso en España. Luis Carlos y yo hemos comenzado a
laborar en un diccionario de autores de la provincia, que nos llevará un buen
tiempo.
-¿Usted cree en las señales de la vida?
Sí, de hecho tengo muchas experiencias, las sigo,
las respeto. Mi abuela curaba a personas y yo estoy viva por ella, nací
prematura, de ocho meses, en 1953, mi mamá me parió en la casa y mi papá fue a buscar a
mi abuela, le dijo, Generosa, vamos que Esther está mala, y ella se viró y le respondió:
Sí, ya sé que te dijeron que una de las dos va a morir, ninguna lo hará, va a
ser hembra y te va a dar tanta satisfacción”.
-¿Cuáles
han sido los momentos más felices?
-Los dos días en que me trajeron a mis hijos, ha sido lo más
grande, después vinieron reconocimientos y estímulos, no me puedo quejar.
Colaboré con las revistas más importantes, La Gaceta, Casa de
las Américas, Revolución y Cultura, Revista Santiago, los
tiempos han cambiado, cuando empecé no existía una editorial en la provincia.
-¿Qué es
lo indispensable para Lucía Esther?
-Mis hijos,
mi esposo, mi familia, mis plantas, mis libros, mis perros, mis hilos y mis
agujas.
-¿Qué le
pide a la vida?
-Salud, nada
más.
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