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miércoles, 20 de mayo de 2015

La puerca de Paneque





                                                           Cría cerdos y te sacarán los ojos
                                                                                                Anónimo                                                                                                                                     




Paneque fue  un tipo muy popular en Manzanillo, aunque  nadie recuerda su  nombre, tampoco el segundo apellido, de dónde vino y hacia qué lugar  marchó, pero se encuentra ahí, en la historia callejera de su pueblo.  
La leyenda que originó  el referido personaje, junto a su querida cerda, trascendió el tiempo  y como de esa  fábula muchos quieren saber, aun cuando no haya nada cierto, ofrezco mi versión sobre el emblemático asunto.
Corría el 24 de diciembre  y  en el pueblo se ultimaban los detalles para festejar la nochebuena: unos seleccionaban las yucas, otros preparaban el “horno” en la tierra, las mujeres  ponían en remojo los frijoles negros, el mojito criollo…, mientras Paneque afilaba el cuchillo para  el momento  protocolar de ese día.
La alegría se multiplicaba en el vecindario, mientras que en la casa del referido personaje, los  amigos, reunidos  en el patio, pasaban interminables rondas de cuentos, mientras tragaban ron Pinilla más allá de lo habitual.
Así permanecieron  hasta caer la noche y  bebieron tanto que el anfitrión, apenas sin sostenerse en pie, con un insistente hipo y  voz tropeloza dijo:
-Caballeros…! Qué clase de borrachera tengo! , mejor  dejamos la comida para el 31 y esperamos juntos el año nuevo.
Muchos se molestaron, menos la puerquita, pero como buenos amigos al fin, comprendieron la situación y se marcharon con el compromiso de volver el día acordado.
Llegó el esperado momento y con él, otra vez  los tragos, los cuentos…
-Socio, date un buche- dijo uno.
-Ahora no- replicó el anfitrión, en tanto tramaba la idea del esperado sacrificio.
Agarró al animalito por la oreja izquierda y con un tronco de árbol rollizo le golpeó fuertemente  la cabeza. El madero voló en dos pedazos, uno de ellos repercutió en  el pecho del improvisado matarife.
Molesto por el incidente y  pensando en  una solución más radical, fue al interior de su domicilio y extrajo un revólver  calibre 38, apuntó bien a la cabeza  del elegido y disparó.
El proyectil rebotó en el cráneo de la marrana y rozó la cara de  su amigo Pancho, quien, herido, fue trasladado de inmediato al hospital  y atendido allí por el especialista de turno.
Ante el eventual incidente, dos agentes del orden interior condujeron al “pistolero”  hasta la unidad de la policía, la prensa local difundió  la inusual noticia:
“El dueño del arma y del cerdo, fue citado ante el  Tribunal para aclarar el caso y quedó en libertad tras comprobarse que el arma se encontraba debidamente inscrita. El animal sigue con vida”.
Desde entonces, cuando algún manzanillero  resulta bienaventurado por algo, suelen decirle:
-¡Compadre…! tienes más suerte que la puerca de Paneque.

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