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jueves, 10 de octubre de 2019

Un guajiro escultor



Minas de frío es un pintoresco paraje de la Sierra Maestra, perteneciente al municipio de Bartolomé Masó Márquez, all, en esa tierra pródiga en la producción de maderas, nació Roberto Fabré Isaac, un guajirito que a golpe de gubia devino escultor.
Este personaje de mente inquieta y pensar profundo, sostiene que siempre quiso ser pintor, hasta que descubrió en las esculturas de su amigo Arlen Reyes, residente en Las Mercedes, su camino.
-Esas tallas son las que quiero hacer- y enrumbando los pasos hacia otro destino llegó a la escultura de manera autodidacta.
“Trabajaba como civil en una unidad militar -dijo- y paralelamente a mis funciones laborales tallaba esculturas, que luego exponía en importantes lugares del barrio.
“El entonces primer secretario del Partido Comunista de Cuba, en la suroriental provincia de Granma, Lázaro Expósito Canto llegó a la montaña con el propósito de inaugurar un minirrestaurante, días antes había expuesto algunos trabajos, él se interesó por ellos y conversamos hasta que se fue con la promesa de volvernos a ver.
“Pasó el tiempo y cuando menos lo esperaba me mandó a buscar, para que transformara en esculturas aquellos troncos talados, en lo que posteriormente llamaron Calle de la Excelencia.
“En honor a la verdad sentí temor ante la tarea, jamás había hecho algo similar, pero acepté el reto y comencé bajo una fuerte presión de la mirada pública.
“Decenas de curiosos llegaban al lugar para testificar el nacimiento del primer zoológico de madera en Cuba, la gran obra de mi vida, el sueño que me sacaría del anonimato.
“Inicialmente fueron 38 piezas, 20 de estas renovadas luego por el deterioro del tiempo, así florecieron de aquellos árboles talados la jirafa, el halcón maltés con su presa, el elefante, la tortuga… 
“Llegó el momento en que Expósito Canto se trasladó para Santiago de Cuba y en su acostumbrado afán por renovar las cosas me mandó a buscar, allí dejé mi impronta: en la sede del Partido provincial, en calles, parques y en el zoológico de la ciudad.
“Me encanta trabajar la madera, sobre todo el ácana, guayacán, granadillo, azulejo, son las que más utilizo por la dureza que encierran y la textura que generan, también empleo la técnica del ferrocemento para conformar animales, que es mi línea temática, conservada en lugares públicos de Bayamo, Ciego de Ávila, La Habana… y en colecciones particulares.
“Cada vez que paso por un lugar donde tengo enclavada una pieza, respiro el orgullo de saberme el creador y pienso en los pobladores de la montaña que conocieron mis inicios, es lo más grande que le puede suceder a una persona con similares características.
“La gente del barrio donde nací, incluido mi padre, están orgullosos con lo que hago; cuando los visito, muchos se me acercan y dicen: -¡Lo que es la vida, compay!, quién iba a imaginar que un guajiro, de loma arriba llegara a ser un escultor de prestigio como eres hoy.


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