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domingo, 7 de octubre de 2018

Naturaleza viva de Wilfrediro



Cuando se escriba la historia y el desarrollo de las artes plásticas en la provincia de Granma, inevitablemente hay que citar al bayamés Wilfredo Díaz Rosales (Wilfrediro), escultor y pintor de cualidad artística, más allá de su talla corporal y el autodidactismo que le acompañan en estos 45 años de vida artística.
-¿Cómo fue el comienzo?
-En este tipo de entrevista, suele decirse, “Desde pequeño” y yo no soy la excepción. A los cuatro o cinco años, hice mis primeros ‘embarros pictóricos’, aunque en honor a la verdad, mi padre nunca quiso que fuera pintor, insistía en que estudiara Medicina.  
“Pasado el tiempo ingresé en la Escuela de Artes Plásticas de Bayamo, bajo la asesoría académica de los profesores Alfredo Tornés Rodríguez y Jesús Rodríguez Crespo, ellos marcaron mi impronta en el mundo del arte.
“En ese tiempo participé en diversas exposiciones individuales y colectivas, creando mi estilo de trabajo, hasta ingresar en el Instituto Superior Pedagógico Blas Roca Calderío, del cuál egresé en la especialidad de Educación laboral y dibujo técnico”.
-¿Cómo te vinculas al destacado escultor cubano José  Delarra?
-Al proyectarse en 1982, la idea inicial del Conjunto monumentario de la Plaza de la Patria, institución sociocultural de excelente realización artística, se convocaron a los artistas de la plástica del territorio para apoyar y resulté propuesto junto a otros valiosos compañeros.
“Con Delarra aprendí los secretos de la escultura, las técnicas y mañas de ese oficio, de manera que poco a poco se adentraron en mí los secretos de esta milenaria manifestación, una vez fallecido el gran maestro, tengo la responsabilidad periódica de su restauración”.
-¿Qué representa la actual etapa de trabajo?
-La solidez de mis conocimientos, el saberme integrante de la Uneac, institución que presidí en su momento y en la que estoy desde su fundación en Granma. Me satisface enormemente tener varias obras en colecciones particulares fuera de Cuba, en Matanzas, en El Paseo de General García, en Bayamo…
-¿Cuál es la obra de mayor impacto para usted?
-Mi modesto aporte al conjunto escultórico de la Plaza de la Patria, genial idea que muestra los hechos más sobresalientes de nuestra historia, el Premio Bayamo, conferido por el Comité provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Granma, a los creadores más destacados y la distinción Del esfuerzo, la victoria, otorgada cada año por la Asamblea del Poder Popular, como parte de las actividades por el Día de la rebeldía nacional.
“Tengo, además, otras satisfacciones que me regocijan: la ambientación de la fachada de una casa bayamesa situada en Zenea, entre Figueredo y Lora, y una gigantografía escultórica particular, bautizada por muchos como el Cristo de Bayamo”.
-Se avecina la Fiesta de la cubanía, espacio en el que se te rendirá homenaje. Desde el punto de vista artístico, cómo retribuirás este agasajo.
-Trabajo en la retrospectiva de una serie de mis pinturas, muchas de ellas de propiedad patrimonial y  personal, otras inéditas y de nueva creación. La sede de  la Uneac en Granma, es la locación escogida para la nueva expo personal, que espero disfruten.
-Tu mensaje para los noveles artistas de la plástica.
-Que enfrenten con tenacidad los obstáculos encontrados a su paso, porque el arte siempre hay que trabajarlo con mente positiva, solo con sacrifico, dedicación y entereza se puede lograr el éxito en la labor creativa, ahí radica el gran secreto.


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