De las crisis brotan las
mejores ideas.
Einstein
Con frecuencia escucho de muchas personas la reiterativa
expresión:
-¡Caballeros, la
situación está dura!, ante la conocida frase me abstraigo con cierta picardía y pienso:
¡Tiempos difíciles
aquellos!, cuando florecieron los cigarros “tupamaros” envueltos con hojas de
libretas y picadura reciclada, el potaje de cuescos de anoncillo, los
peines artesanales elaborados con tubos de pvc y las armaduras
de espejuelos manufacturadas con monedas de plata.
Iniciaba el llamado Período Especial en Cuba, a principios de los años 90, permeado de extrema
escasez, que nos obligó a soltar la imaginación creadora
para paliar las crecientes limitaciones.
¿No hay transporte?, aparecieron los llamados camellos,
que nada tienen que ver con el desierto, también las limosinas criollas, el
Riquimbili, el bicitaxi, las cuchufletas y triciclos… mientras los más
ingeniosos adaptaban motores de gasolina
a luz brillante, para que circularan los autos de manera más económica.
Los preservativos sustituyeron al caucho para ponches en
neumáticos y el transformador del televisor Krim 218, devino tungar cargador de baterías, se comercializaban jabitas y
llaveros con gomas para sueros, en desuso, reciclábamos con tinta de imprenta
algunas telas rodilladas para estar a la
moda…
Y como el cubano es una
especie humana distinta a las demás, asumimos
el reto que impuso la vida y burlando nuestros problemas, apareció una especie de antena utilizando
bandejas de comedor escolar, que unidas
a una T de madera, constituía la mejor manera de armonizar la señal de
los canales televisivos, por ese entonces en blanco y negro.
Surgieron, además, las podadoras de césped
fabricadas con el mecanismo de lavadoras Aurika, hornos caseros mediante de un tanque inservible de 55 galones, búcaros y
carritos confeccionados con laticas de
cervezas o refrescos, flores hechas con placas radiográficas, el arroz
microjet, ¿lo recuerdan?, se freía hasta
dorarlo y luego se le echaba el triple
de agua, de manera que una latica del referido producto, llenaba la olla.
Apareció el picadillo de cáscara de plátanos y hasta el
recurrente bistec de toronja, a mi entender el gran aporte cubano a la cocina vegetariana,
que ojos humanos han visto.
El prolongado apagón nos llevó de prisa y surgieron
los mecheros a partir de un tubito de pasta dental, se
popularizó el Nonó, para cocinar los alimentos, el calentador de agua casero, introduciendo una latica
dentro de otra, separadas por pedacitos de madera, mientras las baterías de autos y camiones
servían como mini plantas eléctricas hogareñas.
Fue la época en la cual ingerimos más té que los
mismísimos ingleses, acompañado con una mini dosis de ron, porque la bebida
alcohólica escaseaba y necesitaba un
extensor acorde con el paladar para saciar la exigencia de los bebedores.
Jamás hubo tantos
vinateros en Cuba, recuerdo los de chícharo, arroz y maíz, de manera que con
solo tomar dos copas de estos productos, cualquiera entraba en estado de
embriaguez y almorzaba a la vez.
Por eso cuando escucho
la frase: -¡Caballeros, la situación
está dura!- me abstraigo y reitero:
¡Tiempos difíciles
aquellos!, todo depende del cristal con que se mire el asunto.
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