Si
quieres que todos se enteren de algo, cuéntaselo
a
alguien, y dile que no se lo diga a nadie más.
Anónimo
Una sonrisa deviene siempre descanso restaurador para los
fatigados, por eso, en medio del intenso ajetreo diario, alivié tensiones tras
el inesperado encuentro con el periodista bayamés Manuel Lauredo Román, (el gallego), simpático personaje que hace de lo malo un chiste.
Cuenta
que durante sus años mozos trabajó como Office boy -denominación informática
ajena a las comunicaciones actuales-, pues
se designaban así a los muchachos repartidores de mandados a
domicilio.
Por
ese tiempo, la familia sufría de liquidez económica y sin saber cómo ni cuándo,
apareció en la casa un refrigerador Westinghouse,
el que, a pesar de los reiterados intentos, jamás encontraron la forma de llenarlo.
Lauredo
meditó sobre el traumático asunto, compró una corneta para bicicleta, la colocó
en el interior del aparato refrigerante y cada vez que sacaba la jarra para el agua, sonaba el claxon tres veces, advirtiendo la utilidad de
aquel equipo generador de frío y de corriente.
Como
Contador, graduado en la
Escuela de Comercio, critica a quienes invierten cinco veces
más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para las mujeres,
que en la cura del Alzheimer, porque, según él, dentro de algunos años, estaremos rodeados de
viejas de senos grandes y viejos con ”la mancuerna dura”, pero ninguno de
ellos recordará entonces para qué rayos les sirven.
Su
impronta por el periódico La Demajagua la recuerdan
muchos, sobre todo cuando el linotipista esperaba por escasas líneas para darle
el OK a la prueba de plana.
-
Chico…pon en ese espacio: Fumar daña la salud y culminamos- precisaba.
Realmente, es un hombre florido para contar historias, tiene muy desarrollado
el sentido del humor y la sutileza de
sus bromas llevan implícito el
privilegio particular de sacarle punta a
cualquier suceso, por amargo que sea.
Cuenta
que hace algunos años, cuando recorría el centro histórico de Bayamo, los amigos españoles que lo acompañaban detuvieron el paso, y la mirada curiosa se
deslizó por una excavación cercana a la
iglesia en reparación, ubicada frente al parquecito Maceo Osorio, o de los coches, como también se le conoce.
-Miren
qué coincidencia, ustedes llegan ahora de Mairena del Alcor, justamente cuando
descubrieron, allá abajo, a tres paisanos con más de cien años de enterrados, ¡ah! y
comentan las autoridades que uno de ellos murió asfixiado -dijo el anfitrión
con marcada picardía.
-¡Por
dios, hombre! ¿Y cómo supieron todo eso?, indagaron con asombro los invitados:
-¡Ah…!,
porque llevaban puestas las alpargatas y el más chiquito tenía un garbanzo
atorado en la garganta. Precisó con marcada picardía.
Para este quijotesco bayamés, de
78 años de edad, el físico, en los varones no es el único atrayente
para las mujeres, pues de eso se encarga
la billetera y precisa que los hombres son
como las cuentas bancarias, si no tienes un montón de dinero, no generas ningún
interés.
No hay nada más
cierto, pensé, mirando detenidamente su desvencijado rostro, porque el que nace
pobre y feo, tiene grandes posibilidades de que al crecer, se le desarrollen
ambas condiciones.
Así, con la
mochila cargada de cuentos y refranes cabalga Lauredo por su Bayamo, en busca
de la última noticia, seguro de que en la vida, siempre habrá dos palabras que abrirán muchas puertas: Tire y Empuje.
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