El pensamiento
oportuno, firme andar y decisión acertada, constituyen los atributos más
visibles de este bayamés, que al pasar colorea la ciudad con sus empeños.
Integrante del Fondo
Cubano de Bienes Culturales, instructor de arte, fundador del taller de Propaganda del Partido en Bayamo, del teatro profesional y de la Asociación
Cubana de Artesanos Artistas, nos regala hoy su historia de vida.
Mis inicios en el
mundo del arte fueron en Santiago de Cuba, mientras cumplía con el Servicio
Militar, fungía como maestro y luego fotógrafo de la División 1370, del
Ejército Oriental, oficio que con el paso del tiempo reclamó otras necesidades.
Había que crear
un espacio para la propaganda, me fui hasta la Uunidad Gráfica del Partido, allí
conocí a varios compañeros que me transmitieron los secretos de la serigrafía,
luego pasé un curso como impresor, realicé algunos diseños y encaminé el
interés hacia las artes plásticas.
Al regresar a Bayamo
asistí a los cursos nocturnos de esa manifestación artística ofrecidos por la casa de cultura 20 de Octubre, posteriormente alcancé el nivel elemental, pronto la Enseñanza Media Superior hasta la graduación que me facilitó el trabajo como profesor de esa especialidad.
Contaba con varias mujeres
bordadoras y se me ocurrió crear un grupo de artistas aficionados a la artesanía
incrementando otras modalidades: unos hacían aretes, otros zapatos, tallas en madera,
tejidos, repujados en pìel… de manera que el grupo resultó provechoso para
agrupar sus inquietudes.
Participamos en
varios concursos con grandes premios para el colectivo, sobre todo en las
reconocidas ferias artesanales de Ciego de Ávila, creamos así la base inicial
de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas -ACAA- en Granma, de la cual me
enorgullezco de fundar en 1991 y dirigir durante veinticuatro años.
Nuestra institución desempeñó un papel primordial en la Batalla de ideas proclamada por Fidel Castro, siento
satisfacción de aquella etapa en la que los artesanos donamos una vivienda
devenida consultorio médico en la comunidad El Diamante y aportamos ocho
millones, setecientos mil pesos, para impulsar obras de beneficio
social.
El referido monto
económico entregado al entonces Ministro de Cultura Abel Prieto, demostró que
era más importante en ese momento ayudar a Cuba, que ganar mucho dinero para
cuestiones personales.
La vida es una
escuela en la que nunca dejas de aprender, todo el que pasa por mi taller
recibe los secretos de la artesanía y aprende los valores humanos implícitos en
esta labor, de esta forma comparto mi tiempo con quienes profesan la honestidad
más allá de los beneficios materiales.
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