“Para que una
historia resulte agradable y creíble hay que darle un toque de dramatismo”, me
comentaba en el Palacio de Convenciones, en La Habana, el Licenciado en Periodismo
Juan Rodríguez Licea, (Universidad de Oriente 1986), durante un receso de las
memorables sesiones del Séptimo congreso de los periodistas cubanos.
Por ese entonces, a inicios
de los años 90 del siglo precedente, (Puchichi
o el Pucho, da igual),se desempeñaba como diseñador de prensa, caricaturista
del periódico La Demajagua y presidente
de la delegación de base de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec), la mejor de la suroriental provincia de Granma durante
más de 10 años ininterrumpidos.
Supe que el humorismo
forma parte de su vida casi desde el momento en que nació, es de esas personas
que reciben 10 pesos por guardar un secreto y te lo devuelve con urgencia
porque no puede mantenerse callado, así también es de inquieto, fastidiador y
bromista.
EL BOCADITO DE CERUTO
Transcurrían los primeros
años de 1990, en pleno Período Especial y como en buen cubano “desconectar” era
un momento de alegría o maldad para cualquiera, mi compañero, el formatista de
prensa Miguel Güell y yo nos dirigíamos al taller del combinado poligráfico
José Joaquín Palma, en Bayamo, que además de confeccionar e imprimir el
semanario tenía otro objeto social.
Durante el recorrido comía un trozo de pan, sin nada en su interior, fue entonces que
se me ocurrió colocarle dentro un poco de pegamento 850, blanco y espeso,
Miguel introduce un dedo en el pan y lo pasa alrededor de mi boca como si estuviera comiendo pan con mayonesa.
Atravesamos el área
de impresión y brindamos, pero algunos, conocedores de nuestras maldades se
mostraban escépticos… sin embargo, la
cacería continuaba.
En el fondo del área
de la guillotina encontramos la víctima, nuestro querido Ceruto: hombre
disciplinado, trabajador, serio… le brindamos y accedió, eran las 3.45 p.m.
hora muy aconsejable para ingerir alimentos ligeros…
Bastó una sola
dentellada parecida a la de un cocodrilo;
al morder, degustó el pegamento
de sabor no muy agradable y se dio cuenta del engaño, sin poder sacar
los dientes introducidos fuertemente en el pan
por un lado de la boca se escuchó
la voz ronca que decía fuerte y
claro:
-Puchichi…HP…
Y las carcajadas
fueron tantas que a Ceruto no le quedó otro remedio que unirse a la risa de sus
compañeros.
LOS PREMIOS, LA OBRA, EN FIN… EL MAR
El Pucho, como casi todos en el gremio, dice no trabajar para alcanzar
premios, aunque, en honor a la verdad, lo disimula bastante:
Premio por la Obra de
la Vida Rubén Castillo Ramos.
Sello Aniversario 50
de la Upec.
Premios gráficos recibidos
en Turquía, Brasil y otros recibidos en los festivales de la prensa escrita.
Disfruta a sus anchas
al hojear las colaboraciones aparecidas en la Revista Bohemia, en Palante, en
el Museo del Humor, en San Antonio de los Baños y en su blog de humor y reflexión Juan con todo, una de las primeras en difundir la labor de los
periodistas granmenses, testigos inseparables de su paso por el fascinante
mundo de la información y las noticias.
Aún deambulan por ese
espacio virtual sus crónicas costumbristas: Un Gallo con espolón y melón, El
rabo de papi Quiqui, varias de sus caricaturas y un montón de personas gordas
satirizadas por su ingenio.
Ahora, jubilado,
rememora a ratos las horas interminables en la redacción del
periódico, aquellas verdades cotidianas con su toque de maldad, el olor a tinta
de imprenta y hasta regaña entre dientes la computadora que un día le arrebató
el boceto de papel, las picas y las pautas, porque se acomodaron en el regazo de la vida analógica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario