Aquí les dejo la crítica de Diana Iglesias a la compañía Bienandanza, de la suroriental provincia de Granma, por la celebración de sus dos lustros de creada. Las fotos son de Luis Carlos Palacios Leyva.
La escenografía
mínima y sugerente, los primeros pasos de la bailarina solista, el ambiente
citadino y la música invitando al diálogo, preparan al espectador para una buen
propuesta; el opening arriba como merece la juventud de dos lustros de fundada que celebra la
compañía Bienandanza.
Lleva como título La
dueña de la noche, la puesta atrevida y contemporánea, con coreografia de
Martha Arelis González Paneque y la dirección artística y general de Yordany
Batista Barea.
Ambientada las
primeras escenas en la Cuba prerrevolucionaria, el cuerpo de baile acompaña a
Yusleydis Rosales Álvarez, solista que cautiva por la expresividad y seguridad
en los gestos y quien interpreta una mujer que, en época de bares y vicios,
lucha por dejar de ser objeto de placer y sujeto de marginación.
Los bailarines
siempre en escena, observadores de sus homólogos hacen un cuerpo de baile
activo y movedor de sentimientos. Nada se esconde al público, con naturalidad
ellos van moviendo la escenografía y dejan que la música enlace el conflicto y
las soluciones, siendo la concepción sonora en sí misma coprotagonista, hilo
dramático.
El recorrido es
amplio, la más universal de las artes sirve a la escena de Bienandanza con
buenos exponentes: Concha Buika, Chucho Valdés, Orlando Contreras, Kelvis
Ochoa, Descember Bueno, Benny Moré, Los Beatles, Oscar de León, Hayla, Dielyi,
Yumurí y sus hermanos.
Canciones cubanas
que pertenecen al siglo XX y llegan hasta el XXI en perfecta secuencia
armónica, transmitiendo clara evolución dramática, en las que la mujer descubre
y asume nuevos roles, más humanos y dignos.
Con apenas 10
bailarines de fuerza interpretativa, colman el escenario y dinamizan escenas.
Entre ellos los hay graduados de las escuelas Media Superior y aspirantes a
graduarse.
Recrear con éxito
una época pródiga en íconos musicales y artísticos como 1960 y décadas
posteriores, requiere creatividad en el guión
y pericia en el trabajo de producción, este último asumido por Olga
Lidia Pérez.
El montaje como espectáculo para que el baile
nutra, en el cual no falta la raíz africana en la cultura del archipiélago, es audaz
y moderno en diálogo coherente con el diseño de luces y de vestuario,
atractivos, que toman como referentes grandes obras de la escena y el uso del lenguaje
oral, expresión de la sabiduría que contienen refranes y frases idiomáticas.
El refranero
popular enlaza temas hasta avanzar en el
calendario musical y llegar hasta la actualidad en la que la mujer lidera sus propias
decisiones y el son cubano entonces es el paralelo de la libertad del ser.
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