El calendario marca el 24 de julio, es de noche y el Quinteto Entre Cuerdas
irrumpe con la apoyatura musical al
poema Un largo lagarto verde, de Nicolás Guillén, en voz de los actores Maykel
Amelia Reyes, Lizbeth González y Oscar Aguilar, al iniciar la gala por el Día de la rebeldía nacional.
Un prólogo, tres actos y un sugerente título devienen aportes
suficientes para validar la propuesta artística en 60 minutos, dirigida por el
experimentado Fernando Muñoz Carrazana, quien, además, resultó su guionista.
Lo épico y el lirismo brillaron durante el
recorrido por los principales acontecimientos acaecidos en nuestro país, facilitados en pantalla por la edición digital y de video, en la que no faltó la
memorable respuesta del general Maceo frente a la propuesta anticubana del español Martínez
Campos:
-Guarde usted ese documento, así no nos entendemos,
Con similar hidalguía subieron a escena las ideas de Céspedes, Fornaris
y Lucas del Castillo con La Bayamesa, interpretada por Mundito González y Eduardo
Sosa, junto al tema Suplicio de Hatuey, de la autoría de Abel Guerrero Castro,
interpretado por la vocalista Doris Steven y el Coro Profesional de Bayamo.
Nuevamente la campana de La
Demajagua llamó al combate y llegaron con sus palomas los enamorados de la
esperanza; Abel, Melba, Martínez Arará…a presenciar el “Nacimiento de la Bandera”,
movimiento coreográfico ejecutado por el grupo Co-Danza.
“En una esquina Tassende nos mira” -precisa en el programa del
espectáculo el escritor granmense Luis Carlos Suárez Reyes y agrega: su
asesinato no pudo apagar el fuego de esa mirada, ni borrar el ejemplo de tantos
caídos por la definitiva independencia. No pudieron apagar los ojos de Abel
Santamaría y la voz de Fidel alcanza voluntades como banderas”.
El guion recreó también la
histórica salida de la Generación del Centenario, al abandonar el Presidio
Modelo, los posteriores días de la Sierra, la entrada victoriosa de los rebeldes
a La Habana, la firma de la Ley de Reforma Agraria, la Campaña de Alfabetización,
los días de Playa Girón y los memorables inicios del trabajo voluntario en
Cuba, liderado por el Che Guevara.
De manera conceptual resultaron también meritorios la asesoría
literaria, la dirección musical, el diseño escenográfico, de luces y la
disposición del audio, todos coherentes
y dispuestos en función del espectáculo.
El elenco artístico, mayoritariamente juvenil, mostró sugerentes variantes coreográficas e interpretativas con marcada
intención: el regreso a Cuba, del entonces niño Elián González o el abrazo
solidario de Fidel y Chávez, resultaron propuestas estéticas bajo el
acompañamiento de la Orquesta de Cámara
de la ciudad, dirigida por el maestro Javier Millet.
El virtuosismo tocó de cerca al pianista Ariel Mastrapa y al violinista Carlos Dalián, quienes junto al Dúo Diverso,
a los estudiantes de actuación de la Escuela Profesional de Arte Manuel
Muñoz Cedeño; la conducción de Yasmina Iglesias y Yunel Hernández
facilitaron la empatía durante el
desarrollo de la producción artística.
Mención aparte mereció la ovación a la solista Magda Beatriz, por la
magistral interpretación del poema Canto a Fidel, de Carilda Oliver Labra,
reflejo de buena factura musical que cerró con broche reluciente el homenaje al
protagonista de las ideas gestadas aquella mañana de la Santa Ana.
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