A
finales del Siglo XVIII y principios del XIX se introduce en nuestro país por
la ciudad de Santiago de Cuba, y a finales de los años 20 y principio de los 30
del XX, llega a Manzanillo, territorio que se convirtió luego en la tercera ciudad del país en
incorporar mujeres al movimiento trovadoresco.
Refieren
conocedores de la materia que hasta en los programas intermedios del Teatro
Manzanillo, las voces y guitarras del dúo conformado por Pura Benemelis y María
Raga constituían beneplácito para el público.
De
forma paralela, trabajadores del puerto, zapateros, barberos, maestros y
carpinteros se unían ante el naciente movimiento, para desplazar sus voces y
guitaras en serenatas y asaltos culturales por cualquier lugar del terruño.
Si
bien en la Ciudad del Golfo, el máximo
exponente de esta actitud romántica ante la vida fue Carlos Puebla, otros
viejos trovadores como Joaquín Codina, Emiliano Ponciano, Julio Gutiérrez,
Eduardo Saborit, Félix Escobar, Lalín Riera, Daniel Alarcón, Hilario Paneque y
René Guerra, también formaron parte de la vieja tradición romántica..
Tríos
como La Rosa, Los Caminantes, Los Bohemios, el tradicional cuarteto Voces de
Cuba…y otros cultores que tras cumplir agotadoras jornadas como trabajadores de
otros oficios ofrendaban su aporte a la cultura
local.
Para
finales del presente mes, la Casa de la trova, radicada en la céntrica esquina
de Merchán y Masó, abrirá sus puertas a la 24 edición del Festival Carlos
Puebla Concha in memoriam, trascendental momento para compartir con los
exponentes más auténticos de esta forma musical, cubanizada en el tiempo.
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