El que anda sin celular, no sabe lo que es la
vida.
Pantera
A veces recuerdo a Iris, mi maestra de Biología,
abanicándose hasta más no poder aunque hiciera frío y recalcando casi mecánicamente,
que el cuerpo humano se dividía en tres partes fundamentales: cabeza, tronco y
extremidades.
Si bien en clases la referida catedrática repetía que
los huesos, vísceras y otros órganos, jamás
cambiarían entre los
mortales, hoy me niego a corroborar tal razonamiento.
Digo esto porque hace poco tiempo proliferaron entre
nosotros tres nuevos componentes no registrados en los libros de anatomía: la
jabita de nylon, la memoria flash y el teléfono móvil, de manera que si la
profe estuviera presente, tendría que recomponer su afirmación porque ahora nos
dividimos en cabeza, tronco, extremidades, jabita de nylon, memoria flash y
celular.
Precisamente el surgimiento de este último dispositivo,
no es tan reciente como pensamos, se
remonta a los inicios de la
Segunda Guerra Mundial, aunque en la década de los años 80 apareció
uno más pequeño y práctico destinado a grandes empresarios y funcionarios
públicos de primer nivel, necesitados de comunicarse desde cualquier lugar.
Así aparecieron las marcas Motorola, Blackberry, Nokia,
LG, Sony, Samsung…con posibilidades para escuchar música, navegar por Internet, hacer
videos, fotos, elaborar mensajes de texto, multimedia y recrearse con jueguitos
muy usados en momentos de larga espera y hasta en reuniones en las que a veces
se prohíbe la entrada de celulares.
Muchos de estos “aparaticos” también poseen pantallas
multitáctiles, teclados virtuales, tonos comiquísimos y vibradores, que
despiertan el interés y avivan la
picardía habitual de la costumbrística cubana:
– ¡Ay, Paco!, pareces un teléfono celular.
- ¿Vibro mucho mi amor?
–No, chico! No, es cuando nos vamos a la cama se te
cae la señal…
La llegada de la telefonía móvil tiene grandes ventajas
por la inmediatez comunicativa que ofrece. Precisamente hoy, antes de redactar la
estampa, un compañero de trabajo me comentaba sobre la venta de mochilas en
algunas tiendas recaudadoras de divisa.
Pensé en el curso escolar que llegará en los próximos
días y recordé
a Verónica, la hija de un amigo que se prepara para iniciar los estudios
superiores.
Quería ofrecerle la grata noticia y de inmediato
accioné mi celular:
-Oye, sacaron unas mochilas que te sirven para
guardar los libros de la
Universidad- le dije.
-¿Cuánto cuestan?- indagó la joven.
-Diecinueve CUC, con algunos centavos- precisé.
-Chico, dime una cosa, ¿esas mochilas incluyen el
título universitario?
Y confieso, no me quedó más opción que encoger los
hombros y apagar el Samsung.
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