El que no cree en la magia nunca la encontrará.
Roald Dahl
Desmedidas y simpáticas circunstancias rodean al mundo
vinculado a este tipo de arte, con el cual se pretende producir resultados contrarios a las leyes naturales,
acciones que no escapan a constantes jocosidades y anécdotas imborrables.
Es costumbre popular, dice César Reyes Ampudia,
entendido en la materia, que en medio de un espectáculo alguien te increpe a
toda voz:
-Oye, socio, desaparéceme a mi suegra - ¡Qué clase de
injusticia, caballeros!, se olvidan que nosotros también padecemos el mismo
mal; o aparezca la inesperada intervención del gracioso pasado de tragos:
-Mago…mago…, aparéceme en Francia… ¿Se imaginan? Nada
más y nada menos que aparecerlo en Francia. Ñoooo… ¿Y por qué no dejarlo en Chipre, como dijo el Bacán de la Vida?
Comenta el artista riocautense de varita y chistera
que, en cierta ocasión, su pequeño hijo, asistió a una presentación,
cuyo acto consistía en romper un periódico y luego de algunos pases asombrosos,
reconstruirlo a la vista de todos.
De regreso al barrio, el niño, impresionado, narró a su tío lo sucedido, quien de inmediato se
apareció a la casa del ilusionista para que hiciera lo mismo con un libro de
texto escolar, despedazado por un chico.
Como es de suponer, no pudo complacerlo, para esos
casos se requiere de otros tipos de magos, los especializados, me refiero a quienes profesan
una de las invenciones más antiguas del hombre: el engaño, verdaderos artistas, cuyos resultados giran contrarios a las leyes naturales.
Ellos, con sugerentes palabritas te sacan por debajo
de la manga un mando para TV de cualquier marca, pilas recargables Triple A, un
parabrisa nuevo para auto, repuestos
para el módulo de cocción, laticas de carne prensada y hasta una pesa con libras
de 14 onzas.
En honor a la verdad, Ampudia también anduvo entre esas ilegalidades, pero en
aquella ocasión como oficial de DTI. A
veces pienso que desde entonces era mago, le acompañaba la misma capacidad
hipnótica rápida, efectiva e increíble que hoy muestra con orgullo.
En cierta ocasión, comenta, actuaba en una comunidad situada
al norte de Holguín, de cuyo nombre prefiere no acordarse, el público
embobecido abría los ojos hasta más no poder, mientras él, sonriente, sacaba espectacularmente
una paloma del pañuelo que voló hasta
posarse en el improvisado escenario. Los aplausos no cesaban.
El final del acto consistía en desaparecerla, estaba
emocionado, alegre, pero se distrajo agradeciendo
las aclamaciones del público, un gato que
no estaba en el programa, arrancó de un zarpazo a la inofensiva ave y huyendo con
ella despavoridamente, puso fin al espectáculo. ¿Quién es más rápido, el mago o
el gato?
Por eso, como dijera el novelista, periodista y dramaturgo
brasileño, Paulo Coelho, la magia es un puente que te permite ir del mundo
visible hacia el invisible y aprender las lecciones de ambos mundos.
Entonces aprenda bien la lección y no deje que otros le confundan la Gramática con la Aritmética. A
buen entendedor…
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